Os comentábamos en el artículo anterior las principales causas por las que nos sentimos débiles sin una causa aparente. Terminamos con la visita al médico y las recomendaciones generales.
¿Cuándo acudiremos al médico? ¿En qué nos puede ayudar él? Cada vez que algún paciente viene al centro explicando un cuadro de cansancio de más o menos larga evolución, solemos intentar averiguar si hay algún factor estresante en su entorno. Si en el trabajo las cosas le van bien, si con la familia tiene buena y saludable relación o no, si le preocupan otros aspectos de la vida…
Aunque así fuera, aunque encontremos algo que nos haga pensar que su cansancio tiene un importante factor “psicológico”, cuando no tenemos ninguna analítica reciente del paciente solemos pedir una, con la intención de asegurarnos que el paciente no tiene ninguna de las alteraciones que hemos ido enumerando en el artículo anterior. Anemia (sobre todo en mujeres durante el periodo de la menstruación), alteración del tiroides, una diabetes descompensada, o alguna otra enfermedad de las que consideramos frecuentes.
Cuando todo es normal, cuando tanto la analítica como la ausencia de síntomas asociados de tipo “nervioso” nos hacen pensar en una astenia por falta de ejercicio o por la dinámica propia de la persona, solemos invitar a los pacientes a realizar actividades que les aporten placer, que les apetezcan, y siempre mejor al aire libre que en casa.
Los complejos vitamínicos pueden ayudar pero no siempre son necesarios. Una dieta correcta y completa ya tiene todas las vitaminas y los minerales que necesitamos. Sólo en situaciones de intolerancia a algún tipo de alimentos, o enfermedades que comporten mala-absorción intestinal, estarían indicados dichos complementos. En el resto, hemos de aprender a comer bien, comer de todo, y comer moderadamente.
Por Dr. Francisco Marín
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